TINTA CRUDA | Por: Alfredo Carquez A propósito de los 120 años de Prieto Figueroa

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El Inces le ha presentado a Venezuela una nueva propuesta: la creación del Subsistema de Educación, Formación Técnica y Profesional (Seftp) que vele por la cualificación y recualificación de nuestra población

 

Este año se conmemoraron 120 años del natalicio del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa. Y como es ya tradición en los diferentes homenajes se realizaron numerosas actividades en las que se recordaron y resaltaron pensamientos y logros.

 

Como Ministro de Educación (1947-1948) Prieto fue figura clave en la defensa y consolidación de la educación pública de calidad y laica. Su visión progresista de la sociedad le valió la ruptura política con Rómulo Betancourt, la salida de Acción Democrática (AD), la fundación del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), en 1967, y la candidatura presidencial (1968). Cuando se produjo la nacionalización chucuta de la industria petrolera de 1975, fijó posición en el Congreso Nacional en contra de la figura de los contratos de servicio propuestos por sectores de la sociedad venezolana que ejercían el papel de voceros de las transnacionales.

 

Una de las más importantes ideas de Prieto se concertó en la fundación del hoy denominado Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces), el 22 de agosto de 1959. Su propósito que era formar la juventud venezolana para que tuviera herramientas al insertarse en el mundo del trabajo no pudiese ser más vigente en la actualidad.

 

Y es aquí entonces donde entra en juego determinar qué tipo de educación necesitamos impulsar, tanto para superar los escollos impuestos por potencias extranjeras, como para dejar atrás la cultura creada por décadas de rentismo petrolero que, entre otras distorsiones, explican la hipertrofia histórica del sector servicios, en detrimento del sector industrial criollo.

 

El Inces le ha presentado a Venezuela una nueva propuesta: la creación del Subsistema de Educación, Formación Técnica y Profesional (Seftp) que vele por la cualificación y recualificación de nuestra población, en línea con el planteamiento central del pensamiento de Simón Rodríguez, según el cual todos podemos “aprender haciendo”.

 

Esta institución resulta ser hoy día una herramienta estratégica para el desarrollo económico de nuestra Nación. Pero, además, también es una poderosa arma de resistencia, frente al bloqueo y acoso imperial al que se ha visto sometido el país en los últimos años.

 

La crisis generada por las agresiones de Estados Unidos y sus satélites de Europa, profundizada por la aparición del Covid-19, ha colocado sobre el tapete una vez más la necesidad de avanzar en la superación del modelo rentista, basado en la explotación y comercialización de recursos naturales sin mayor procesamiento, para construir una economía diversificada.

 

Pero adicionalmente a la inversión, equipamiento, tecnología, voluntad política, etc., hace falta contar con una condición imprescindible: un pueblo mejor formado en oficios necesarios para apuntalar el sector productivo.