** Un acto de profunda reivindicación cultural y social se efectuó en Santa Ana de Coro, estado Falcón, con la acreditación de los saberes ancestrales de los maestros artesanos del barro
MIRIAM GONZÁLEZ VILLARROEL
Esta iniciativa, fruto de la colaboración entre el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces) y el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), busca formalizar y garantizar la transmisión de una técnica milenaria que es la columna vertebral del patrimonio de Coro y su Puerto Real de La Vela, declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Este proceso de reconocimiento, no solo valida la trayectoria de décadas de estos portadores de la tradición, también, asegura la continuidad del arte constructivo que da identidad a la zona colonial de Santa Ana de Coro.
Lucas Jesús Morillo Pérez: El Legado de cuatro generaciones.
El maestro artesano y tallerista del IPC, Lucas Jesús Morillo Pírez, visiblemente emocionado, compartió su testimonio, resumiendo cuatro décadas de conexión con la tierra: «Soy artesano del barro, un oficio que llevo en la sangre y que representa la columna vertebral del patrimonio de Coro y su Puerto Real de La Vela.
«Esta técnica de trabajar con la tierra no la aprendí en ninguna escuela formal, la heredé».
Dijo que la tradición la forjó entre los adobes que levantaron su abuelo paterno y su padre. Creció viendo sus manos batir el barro, picar la yerba conejera para darle fuerza a la mezcla y moldear los bloques de adobe que han resistido siglos. «A los 12 años, ya estaba en el pozo, siguiendo cada paso ancestral. Son 43 años de experiencia, absorbiendo el conocimiento de cómo tratar la tierra, cómo restaurar un friso o un cimiento sin traicionar el método original».

«Hoy, me da una alegría inmensa ver que el legado perdura y que se está reconociendo con estas acciones de certificar estos saberes ancestrales». Comentó, actualmente, su hijo de 14 años está aprendiendo la técnica. «Mi hijo representa, la cuarta generación y la garantía de que este arte no se extinguirá y perdurará en el tiempo».
Además de su labor como artesano, Morillo ha desempeñado un rol crucial en la conservación del área histórica: «Como representante y colaborador del Instituto de Patrimonio Cultural, mi labor no es solo artesanal, también tiene fines de resguardo. He participado activamente en la restauración y conservación del valioso patrimonio arquitectónico de Coro. Hemos reparado grietas, sustituido adobes desgastados y recuperado fachadas, siempre utilizando las técnicas constructivas ancestrales».
Con orgullo concluye: «Es un trabajo noble, que me llena de orgullo. Preservar estas casas de barro es preservar nuestra identidad, nuestra historia. Es la forma de asegurar que este Patrimonio Cultural de la Humanidad siga vivo para las futuras generaciones».
Destacó, su padre, Luis Morillo, también fue instructor del Inces por muchos años, afianzando el vínculo formativo de la familia con la institución.
Por otra parte, el artesano Vladimir Chirino y el maestro Nelson Hernández, coinciden al afirmar que, el barro habla y expresaron la profunda conexión y la importancia de esta certificación del Inces en vinculación con el IPC.

Vladimir Chirino, artesano del barro, sintetiza el significado de su labor con gran pasión: «Para mí el barro es mantener las casas que son patrimonio». «La tradición de trabajar con el barro viene de nuestros ancestros, soy artesano y voy a ser maestro».
Sus palabras reflejan la pasión por preservar la historia y la cultura a través de sus manos.
Asimismo, Nelson Hernández, con 40 años de trayectoria, siente la acreditación como una profunda reivindicación: «Estoy inmensamente agradecido, después de 40 años, de una vida dedicada a moldear la tierra, el Inces me acredita los saberes, es bonito trabajar con el barro».

«El barro no es solo material, es historia y voz». «Como les cuento a mis estudiantes: El barro habla, dice, sáquenme de aquí, trabaja. Y cuando te dice: trabaja, te transmite una energía única para hacer el adobe, es una conexión mágica.»
Hernández, quien ha participado en proyectos emblemáticos como la restauración de la Iglesia de Borojó y las primeras restauraciones de casas familiares en la Zona Colonial, afirma que este reconocimiento «no es solo para mí, sino para el legado de la tierra. A seguir trabajando y dejando que el barro nos hable».
En este mismo contexto, Rafael José Salas, proveniente del estado Zulia, pero con más de 25 años trabajando la técnica en Coro, es maestro artesano, ha dedicado su vida al mantenimiento de la Zona Colonial.

Coincide plenamente con Nelson Hernández en la sensibilidad del material, afirmando que el barro «cuando se rompe, dice cúrame, agárrame y si, se le coloca la mano, se siente cómo respira».
Salas también destaca el trabajo de formación que realiza a través del IPC con los más jóvenes: «A través del IPC trabajamos con los niños, es una experiencia maravillosa, es un acto de amor, hay que dejar que jueguen con el barro, nosotros somos vasijas, así nos hizo Dios».
Finalmente coincidieron, es una oportunidad histórica la vinculación entre el Inces y el IPC, «es un paso crucial para impulsar y formalizar este saber ancestral».
Este reconocimiento no solo dignifica a maestros como Lucas Morillo, Vladimir Chirino, Nelson Hernández y Rafael José Salas; también, a otros artesanos que se sumaron al proceso de Acreditación de Saberes por Experiencia en Ejercicio, asegurando la transmisión generacional de los conocimientos que custodian la identidad cultural y arquitectónica de Coro, permitiendo que su patrimonio de barro «siga vivo para las futuras generaciones».

