** Votar o elegir es una manifestación de voluntad individual que se ejerce para apoyar un plan de gobierno, para defender una propuesta o para sumar a un proyecto de nación que se expone a los ciudadanos a través de organizaciones políticas. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra que el sufragio es un derecho y se “ejercerá mediante votaciones libres, directas y secretas”.
Freddy Martimez | Caracas
Significa esto que tal manifestación de libre voluntad no debe ser ejercida por coacción (fuerza ejercida por alguien para obligar a otro a que haga algo a su conveniencia), ni por alguna acción condicionada por eventos extraordinarios, como la actual guerra económica que gremios empresariales (Fedecámaras, Conindustria y Consecomercio) acometen contra la nación desde mucho antes del fallecimiento del Presidente Hugo Chávez, y que hoy dirige el mismísimo presidente estadounidense, Donald Trump.
Decimos, entonces, que se produce coacción cuando los grupos empresariales esconden y suben los precios de los productos alimenticios, con la finalidad de causar malestar en la población y así buscar reacciones negativas destinadas a culpar al Gobierno Bolivariano. Al ejercer el derecho al voto, condicionado por tácticas de guerra (como por ejemplo, esconder y bloquear alimentos y medicinas) no estás eligiendo con tu conciencia, no decides con la plena facultad que ofrece un estado de plena libertad.
Cuando Henry Kissinger, desde su cargo de Secretario de Estado de los Estados Unidos, aseguraba que haría “chillar a la economía chilena”, apenas enterado del triunfo del presidente socialista Salvador Allende en 1970, sabía lo que estaba diciendo, porque se trató de una táctica de guerra ya experimentada en otros países, precisamente, para hacer implosionar instituciones, gobiernos constituidos, órdenes sociales y económicos que, en el caso de Chile, tuvo su colofón en un golpe de Estado de factura fascista.
De la jurisprudencia inglesa nos hemos enterado que una guerra, o una amenaza de guerra, es causa para suspender cualquier tipo de elecciones, porque se considera que el ciudadano no ejercería su derecho al voto en libre determinación, ya que su decisión estaría condicionada por ese evento extraordinario. Sin embargo, desde 2015 (cuando Consecomercio intensificó la escasez y el acaparamiento de alimentos) hasta la fecha, en Venezuela se han realizado cinco procesos electorales, con un cóctel de ataques sin precedentes para el país, realizados unas veces por el presidente de turno de Estados Unidos, otras por los generales del Comando Sur, por los gobiernos de derecha de la región, por el jefe político de la Unión Europea, por toda la prensa corporativa de occidente, y todo, porque no les gusta el gobierno chavista de Nicolás Maduro.
Este 20 de mayo hubo elecciones presidenciales en Venezuela. Un triunfo épico (heroico) del presidente Nicolás Maduro. Y decimos épico porque, a pesar de esos hechos de guerra, de muchas situaciones que condicionan cualquier tipo de elecciones, de grosera intervención extranjera (hasta el presidente colombiano se atrevió a cuestionar las elecciones), a pesar de los llamados abstencionistas de la MUD (descaradamente una entidad política que juega para intereses extranjeros) el pueblo venezolano eligió al presidente obrero para regir los destinos de la nación hasta el año 2025.