** En la celebración del 61 aniversario del Inces, destaca un hombre encargado de la vigilancia, quien se desempeña también en el área de seguridad, donde ha hecho una carrera meritoria que hoy es objeto re reconocimiento por parte de las autoridades nacionales y regionales del organismo
MARÍA CABRERA
Son casi las doce del mediodía de un sábado de cuarentena ampliada; esperamos la llamada de Willie Elías Herrera, uno de los integrantes del equipo de vigilancia y seguridad del Inces-Trujillo que, en esta ocasión, será honrado con el botón por 15 años de servicio. Con la amabilidad y tranquilidad de siempre, nos abordó:
-Hola, María. La jefa Angélica -se refiere a la gerente regional- me llamó; tú me dirás, para que soy bueno. Le expliqué por qué lo solicitábamos. Acto seguido procedimos a la entrevista.
“Yo entré al Inces Sede el 15 de mayo del 2005, aprovechando que estaban creando el Ministerio del Poder Popular para las Economía, un señor de nombre Reinaldo Blanco me recomendó dada mi experiencia y comportamiento dentro de la empresa de seguridad privada en la que ya tenía unos 18 meses trabajando. En esa época había déficit de personal de seguridad en el Inces.
Refiere “Willy” como le decimos cariñosamente, que de una vez, se ubicó en el oficio que venía desempeñando desde hace tiempo, es decir, la seguridad.
“Entro como operador de seguridad, cargo que me permitió empaparme más del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista en todos los aspectos. Es que el trabajo era fuerte; el Inces no es una institución cualquiera”, afirma en tono muy serio.
“Desde allí empecé a ascender. Fui jefe de grupo; luego Supervisor de Servicios Especiales de Seguridad y el último Supervisor de Seguridad de Regiones, cargo que me dio la oportunidad de viajar a cada uno de los núcleos del Inces en el país y conocer las condiciones en que se encontraban estos. Precisamente, esos enlaces le permitieron lograr su transferencia de Caracas a Valera por razones de orden familiar.
-¿Recuerdas lo que compraste con tu primer sueldo?
R Claro, una camisa blanca y una corbata gris para completar la indumentaria de seguridad del Inces; tenía los demás accesorios, pero me faltaban esas. Por cierto, que todavía los conservo.
¿Qué destacas de ese Inces de hace 15 al actual en materia de seguridad?
R La pasión con la que se hacían los trabajos, el servicio. A la gente hay que tratarla con respeto, porque cuando tú tratas bien a alguien la gente te responde de igual forma. En una institución como esta abordas a personas de alto y bajo nivel y por eso el abordaje debe hacerse con cuidado, con delicadeza.
¿Qué diferencia sustancial existe entre este ese Inces y el actual?
R La mística de trabajo. Eran otros tiempos. Por eso te hablaba del respeto. No obstante, tú debes entender que eso está en ti para que de alguna manera fluyan las cosas. El respeto es básico. Ah y la humildad, porque asumir una responsabilidad de este tipo no es cualquier cosa.
Willy nos refiere como anécdota que en una ocasión una madre de familia acompañada de dos menores de 3 y 4 años aproximadamente, se amarró en el portón principal de Inces-Sede implorando la ayuda para una silla de ruedas que era para uno de sus pequeños. Al parecer la mujer, había caminado mucho y visitado varios sitios y no le prestaron colaboración. Cansada, tomo esa decisión ante los ojos inertes del personal Inces que no podía ni entrar y salir por esa vía.
Ese hecho, me permitió ver y analizar muochas cosas. Ver que mientras uno se queja por tonterías, hay otros que verdaderamente sufren más que uno. Ella buscaba una silla de ruedas, una ayuda y por eso tomo esa decisión. En el lapso que duró esa acción, compartíamos algo de comida, un pedazo de pan, lo que fuera y eso conmovía, ver a una madre con dos pequeños, en esas condiciones, oye vale, hay que ponerse en los zapatos de otros, agrega.
¿Willy con quien y dónde vas a celebrar la ocasión?
R En mi casa, compartiendo con mi familia; también recordando a los que no están a los que me enseñaron el oficio y en especial, lo que cultivaron a ser una persona de valía, porque uno en la vida debe ser agradecido de la gente que conocí en Caracas y me enseñó para hoy disfrutar aquí en Trujillo.