** Un país se construye con albañiles, carpinteros, torneros, herreros, soldadores, por gente capacitada para el trabajo, por manos que saben lo que hacen
LONGINA TOVAR
La formación técnica profesional es la que impulsa programas educativos que tienen como fin el desarrollar habilidades y destrezas para el trabajo. En Venezuela, junto a escuelas técnicas y de artes u oficios, el Inces es el responsable de formar el talento técnico.
Esta modalidad formativa, mal calificada como de nivel secundario, tiene presencia en casi todos los países de América Latina y parte del Caribe. Es así como en Colombia funciona el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA); en Brasil el Serviço Nacional de Aprendizage Industrial (Senai), en Argentina el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), etc.
Todos estos organismos surgen entre los años 1940 y 1970, cuando las escuelas de artes y oficios, acompañadas de iniciativas similares, se preocuparon por formar capital humano para el buen funcionamiento de las industrias. Ya hacia finales del siglo XX, las ofertas formativas se expanden y se crean programas específicos orientados hacia la profesionalización de las especialidades técnicas.
Cada país ha evolucionado de manera distinta y tiene sus propias características, sin embrago, en líneas gruesas, puede contemplarse que todos involucran a sus Ministerios de Educación, a las empresas y a los propios trabajadores.
HACIA LA UNIFICACIÓN DE IDEAS
Dada la diversidad de opciones y formas, en 2015, un total de 193 miembros de las Naciones Unidas votaron a favor de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, la cual, en su objetivo Nro 4, invita a los Estados a “garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.
Esto incluye a la Educación y Formación Técnica Profesional, sobre todo si tomamos en cuenta que este mismo organismos multilateral viene trabajando desde la década pasada en una “Estrategia para la enseñanza y formación técnica y profesional (EFTP) 2016-2021”, espacio que busca la garantía y el acceso igualitario a la EFTP, con atención a las mujeres, personas con discapacidad y pueblos originarios.
El Inces se suscribe al objetivo de este plan, y para 2021 se ha propuesto la sistematización de la formación profesional en Venezuela, transversalizándola en todo el sistema educativo, tarea que no desempeñaría de forma individual, sino en un trabajo conjunto donde participen todas los entes del Estado con inherencia en este tipo de formación.
Si la meta se cumple, y la formación profesional se convierte en una política pública, una ley, el Inces podría garantizar que un número importante de jóvenes y adultos cuenten con las competencias técnicas y profesionales necesarias y pertinentes para impulsar una economía rentable y acorde con las necesidades del país.
Ya no se trata de esperar que el joven o el adulto vayan a capacitarse a centros especializados, es calar en el alma del pueblo, es enseñar a las manos de todos los venezolanos y venezolanas, desde la educación inicial, a trabajar para el país, por la tierra, por sus industrias, por los servicios públicos, es decir, aprender desde el principio todas aquellas ocupaciones productivas y carreras técnicas necesarias para el apalancamiento del país y de su sistema económico.