** Un taller denominado Casa de las emociones dirigido al personal de las gerencias de Formación Profesional, Tributos y Talento Humano se realizó en el salón de reuniones del piso 4; taller orientado por la psicóloga Hilda Oporto con el objetivo de comprender de qué manera podemos añadir inteligencia a las emociones.
Freddy Martinez/Inces sede
La licenciada Oporto explicó que hay que conocer el mundo de los sentimientos y las emociones para gestionarlas en uno mismo y en los demás, así como desarrollar las competencias emocionales para el manejo psicosocial,
“Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidad de sentirse satisfechas, ser eficaces en su vida y de dominar los hábitos mentales que favorecen su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional entran en batallas interiores que sabotean la capacidad de concentración en el trabajo y de pensar claramente”.
Nuestro coeficiente intelectual es importante, pero no tanto como creemos, este no puede ser alterado, mientras que el coeficiente emocional puede aumentar, porque se aprende, argumentó Oportó ante los asistentes.
La expositora informó que en 1995, Daniel Goleman publicó una obra titulada Inteligencia emocional, sin saber que, poco después, esta se convertiría en un aclamado libro en todo el mundo. El psicólogo americano defiende en su publicación que el éxito de una persona no viene determinado únicamente por su coeficiente intelectual o por sus estudios académicos, sino que entra en juego el conocimiento emocional en un 80%.
La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía y la agilidad mental. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social según Daniel Goleman.