** Es un joven con discapacidad intelectual y ahora es parte de la familia Inces
YUDITH CASTRO
Desde hace dos años, Dione Alberto López Méndez de 47 años de edad acude religiosamente al centro de formación socialista (CFS) Bella Vista I del Inces, ubicado en Maracaibo. Es el primero en llegar motivado a la pasión de aprender y de sentirse parte de algo, él es ahora un inceista más.
Todos lo llaman cariñosamente por su segundo nombre, Alberto. Tiene una discapacidad intelectual, diagnóstico que no le ha impedido aprender y ejercer labores dentro de la institución. Ejemplo como este delatan que la institución tiene un profundo carácter inclusivo, sensible y humanista.
Alberto llegó un día como cualquier participante buscando formarse y decidió participar en el curso de Panadería Doméstica con el profesor Ángel González quien sin saberlo se convertiría en su tutor dentro de la institución.
“Él se siente útil e importante en el Inces porque nosotros lo tratamos de forma normal, le otorgamos responsabilidades y las cumple a cabalidad. Desde que llegó a hacer el curso de Panadería se ha quedado conmigo, es mi asistente en todas las clases. Él está pendiente de preparar las bandejas en las que se colocará los panes, le solicita a los participantes los materiales y está pendiente de todo los detalles,” enfatizó emocionado González.
Mencionó además que gracias a Alberto, “pude impartir el curso de Panadería a 33 jóvenes especiales. Él me apoyo en todo momento, él fue el puente con estos jóvenes. Quiero resaltar que con nuestro apoyo rescatamos a Alberto de las calles porque había personas que lo utilizaban para ciertas cosas ilícitas aprovechándose de su discapacidad.”
La familia
“Realmente me siento feliz por Alberto que haya encontrado un trabajo en el Inces. Él será uno de los miembros de la Brigada de Mantenimiento. Ciertamente hubo un tiempo en el cual él siempre estaba en la calle y nos sabíamos con quien, no podíamos controlarlo, pero ahora sabemos que está en el Inces,” aseveró William López hermano mayor de Alberto.
Al hablar de Alberto, lo podemos describir como un joven tranquilo, alegre y obediente, pero entre risas dijo: “no le gusta que lo contradigan. Estamos felices y orgulloso de Alberto por todo lo que ha aprendido en el Instituto, él hace panes y tortas, entre otras cosas,” acotó.
Visiblemente emocionado, el protagonista de la historia, Alberto nos explicó que ha hecho varios cursos en el Inces: “Panadería Doméstica, Cocina Básica, Computación y Servicio de Bar y de Comedor, entre otros”, dice riéndose.
Antes de venir al Inces, Alberto limpia la casa para colaborar con su mamá Carmen Méndez, de 85 años de edad. “A mi mama le gusta todo lo que yo hago en la cocina. Le hecho pan francés, pan dulce y torta, ella siempre me dice que bueno cocinas mi amor,” dijo sonriendo y lleno de satisfacción.
Con esta experiencia queda demostrado que la inclusión de estos seres especiales a la sociedad sí es posible, solo falta querer hacerlo y luego se desprenderán de esta acción las formas de lograrlo, experiencia que será de aprendizaje para todos.