De la pluma de un poeta nació el Inces

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** La actividad literaria del maestro Prieto fue reconocida con el Premio Nacional del Libro

LONGINA TOVAR

LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA, individuo de número de la Academia Nacional de la Lengua, ocupó el sillón K, cuyo predecesor fue otro grande de las letras venezolanas: Fernando Paz Castillo. Si bien el maestro de mestros, como se le conocía a Prieto, dedicó toda su vida a la política y luchó desde siempre por una educación de calidad y pertinente para Venezuela, también encontró tiempo para la poesía. Y entre poema y lucha social, creó al Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), hoy Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (INCES).

A pesar de escribir poesía desde muy joven, fue cuando alcanzó la madura edad de 73 años que Luis Beltrán Prieto Figueroa publica su primer poemario: Mural de mi ciudad.

MEJOR: LA VOZ DEL SENTIMIENTO

Para el maestro, la poesía debía estar limpia de cualquier presunción literaria. Un poema, decía, debía ser sentido y no pensado. El género lírico debía ser abierto y permeable para todo público y no para un reducido grupo de personas que manejasen cierto lenguaje, conocimiento estilístico o refinado sentido estético.

Calificaba la construcción de versos como “una cosa seria”. En sus poemas siempre trató de escribir y describir sus vivencias, pero no con hechos sino con sentimientos, aromas, sabores. Con su naturaleza autocrítica, buscaba incansablemente la expresión correcta, revisaba una y otra vez cuanto escribía. Para él, el poema, de alguna forma, tomaba vida propia y se defendía de las agresiones que él mismo le hacia al revisar, borrar y reescribir.

En consonancia con su forma de ver la política y la educación, Prieto insistía en que el poema debía estar al alcance de todos, debía ser digerible, entendible. Era un modo de comunicar y esa función debía cumplirse.

Apoyaba la poesía venezolana. Veía con preocupación como la juventud se ocupaba más en estudiar autores extranjeros que los propios, cuando en tierra venezolana eran muchos los novelistas, y más los poetas, merecedores de trabajos, ensayos y estudios que ayudaran a conocernos mejor como sociedad desde el arte.

MÁS QUE POETA POLÍTICO

Pero la poesía no era su mayor interés, aun en el ocaso de su vida prevalecía sobre cualquier otros interés el de la política, herramienta que, en su opinión, era fundamental para la construcción de un mejor mundo donde la libertad y la satisfacción de necesidades del hombre fuese posible. Soñaba con una América Latina libre del agobiante capitalismo, con un continente donde la democracia socialista le diera a todos los hombres la oportunidad de vivir mejor

HERENCIA CULTURAL

Escribió más de 70 libros, entre los que destacan, en materia de educación, El Estado docente, Principios generales de la educación, La magia de los libros, Joven, empínate, Maestros de América, El Estado y la educación en América Latina, Pido la palabra y El Maestro como líder.

Mientras que, entre sus poemarios, podemos nombrar: Mural de mi ciudad, Verba mínima, Isla de azul y viento, La poesía de los pueblos con sed y Soy tu voz en el viento. Este último merecedor del Premio Nacional del Libro en la VII Edición de este galardón. Se trata de poesía reunida del maestro, prologado por Gustavo Pereira.

PARA CONOCERLO MEJOR

En el libro Entrevistas Malandras de Hippolite Ortega, el autor le pregunta al maestro:

¿Que ha ganado a medida que envejece?

Nunca he llevado cuentas de las ganancias ni de las perdidas. Siempre estoy en cero… yo de lo que me he ocupado es de las letras y de mi profesión de abogado. Pero soy una sola cosa. Cuando a un hombre lo comienzan a separar, político por un lado y poeta por el otro, ese hombre está jodido.

En 1978 usted hablaba de un hombre nuevo y de una Venezuela nueva. ¿Cómo son?

Un hombre que no sea ladrón, que tenga como principio fundamental el servicio de los demás. Un hombre que de ver su propio interés piense también en el interés de los otros. Que él no es sólo el mundo, sino que vive porque hay otros que están a su lado.

Ese es el hombre que fundo el Inces, y los trabajadores activos y jubilados nos sentimos orgullosos de contribuir con su legado.