** Todos los jueves el Inces ofrece una programación cultural en los espacios del Café Galería Wadäka, ubicado en la P.B. de su sede principal en la avenida Nueva Granada
PRENSA INCES
Fotos Rafael Urbina
Ofrendas, oraciones y cantos son protagonistas cada 3 de mayo cuando se celebra en Venezuela la llegada de las lluvias; es una costumbre religiosa y cultural ancestral y que está presente en todo el país.
El Velorio de la Cruz de Mayo se llevó a cabo en los espacios del Café Galería Wadäka, en la P.B. del edificio Inces Sede de la av. Nueva Granada.
Esta costumbre tiene el objetivo de rendir homenaje a la naturaleza, por ser en el mes de mayo el inicio de la temporada de cosechas y de la lluvia. También se considera un ritual de importancia para la religión cristiana, porque se rinde honor al símbolo de madera donde murió Jesús.
La organización del acto estuvo a cargo de la Gerencia de Cultura del Inces, espećificamente en la trabajadora Nahity Ortega, quien aseveró que el Velorio de Cruz de Mayo no es una representación artística donde se baila o canta, al contrario, es una manifestación que se nutre exclusivamente del recitado y de la exclamación de décimas, cargadas de mensajes de agradecimiento.
“Queremos formar, promover el conocimiento y reconocimiento de nuestra identidad nacional, mostrar las manifestaciones artísticas, sus valores y el sentido de pertenencia de nuestro acervo histórico cultural”, comentó Marjorie Gómez.
Vianey Márquez, junto a un grupo de mujeres, interpretó algunas décimas y otros géneros, mientras vestían la cruz para iniciar la celebración con una muestra didáctica donde trabajadores activos, jubilados e invitados del punto y círculo fueron convidados a participar y a conocer la tradición.
Velorios de la Cruz de Mayo
Los preparativos de esta celebración comienzan con la realización de Velorios de la Cruz, momento en el cual los fieles pasan la noche en vela, rezando y pidiendo para obtener mejores cosechas en sus campos. La venerada imagen se encuentra adornada con flores, frutas, rosarios y papelillos de diversos colores, como símbolo de la alegría y el agradecimiento a la madre tierra.
Se dice que esta manifestación religiosa tuvo su origen en el año 324 de la era de Cristo, cuando la madre del emperador Constantino, Helena de Constantinopla, encontró en Bizancio la cruz de madera en la que murió Jesucristo y desde entonces comenzó a celebrarse el hallazgo.