** La EMCI celebra su segundo aniversario expandiendo su experiencia exitosa a 15 estados del país
FREDDY MARTÍNEZ
Hace poco más de un año la Escuela de Medios y Comunicación del Inces (EMCI) estuvo en el ojo del huracán mediático motivado a unas acusaciones fuera de orden de un conocido periodista venezolano; en aquella oportunidad el presidente de la institución, Wuikelman Angel, había hecho un llamado a los jóvenes que a diario publican contenidos en las redes sociales a formarse en los tópicos de la redacción periodística con la intención de mejorar los contenidos escritos destinados a esos medios de comunicación.
Al otro día estalló la acusación que se propagó por todo el planeta mediático: “El nces quiere graduar periodistas en tres meses”. La EMCI se hizo célebre a pocos meses de su apertura. Se hizo famosa en Argentina, en Colombia. En España dijeron que era algo insólito. En Miami, que era algo típico de una dictadura, en fin, hasta un grupo de diputados, alarmados, tuvieron que ver con el asunto. Y vinieron hasta la sede del Inces a investigar y a conocer la verdad.
Pero como no hay mal que por bien no venga, el Inces aprovechó el momento para hablar de sus funciones, competencias y planes, utilizando la ocasión para replicar públicamente que la institución no otorga títulos profesionales, sino certificados de oficios; la institución contestó a los medios de comunicación que si algún periodista, graduado de alguna universidad reconocida, no maneja los recursos técnicos del formato podcast o no tenga conocimientos de inteligencia artificial, diseño digital para redes, creación cinematográfica (guion, argumentos), fotografía documental, sonido, operador de cámara, creación de contenidos para tik-tok, etc, puede venir al Inces, a la EMCI a actualizarse en su profesión de periodista.
Así lo dijo Wuikelman Angel, presidente de la institución, antes la prensa pública y privada: “Ciertamente, no es nuestra competencia graduar periodistas porque el Inces no otorga títulos profesionales, lo que sí es pertinente a sus funciones es la necesaria profesionalización de quienes laboran en el campo de la comunicación, sean periodistas, locutores, youtubers, influencers, redactores, sonidistas, camarógrafos, fotógrafos, etc”.
“Porque nuestra intención es acompañar el esfuerzo y el ejercicio cotidiano que realizan los comunicadores y periodistas en el país, y para ello se han creado perfiles ocupacionales que presentamos al país orientados al campo de la comunicación digital como resultado de una demanda de la juventud que siempre espera del Inces una respuesta oportuna”.
Más de mil quinientos participantes
Y que lo digan aquellos jóvenes se han formado por la EMCI, que hoy pasan de mil quinientos participantes formados para las cinco áreas de la comunicación, como sabemos, prensa, cine, radio, televisión y redes digitales; áreas donde los participantes han realizado talleres de redacción periodística y para medios digitales, fotografía, guion de cine, podcast, maquillaje para cine, edición, locución, operador de cámara, diseño para redes sociales, fotografía, entre otros cursos y talleres.
El coordinador de la EMCI, Winder Rivero, señala a propósito, que la Escuela fue pionera en talleres de podcast audiovisual sin costo monetario alguno para los participantes, un curso que en cualquier institución privada cuesta una considerable suma de dinero, un asunto importante de tener en cuenta a la hora de evaluar lo valioso que significa una escuela de medios en un momento donde las plataformas digitales constituyen piezas fundamentales por donde se mueve la dinámica de la sociedad contemporánea global.
Rivero cuenta que cuando la Escuela abrió sus puertas al público, lo hizo con doce talleres, “hoy se ofrecen diecinueve formaciones y se espera que para el próximo año se sumen otros programas formativos que conduzcan a la certificación de técnicos profesionales”.
De idea a logro
La EMCI del Inces está celebrando dos años de haberse creado. Se hizo como proyecto piloto tras una idea del presidente de la Institución, Wuikelman Angel, que vio que el piso 7 del edificio sede era el lugar apropiado para una escuela de medios. El presidente dio la orden y, de aquel depósito de equipos audiovisuales, el lugar dio paso a un estudio de radio y televisión. Una mañana llegaron los carpinteros, los electricistas, los escenógrafos y los técnicos de iluminación dando forma a la idea proyectada.
En otra mañana llegaron los profesores y los participantes. Luego de haber abierto sus aulas (a un año aproximadamente), la EMCI estaba solicitando una sala de cine convencional para estrenar dos cortos cinematográfico a sala llena: “Elena” (drama de superación) y “Hotel Limbo” (comedia de terror) trabajos que, pese a ser desarrollados como requisito final de curso, el resultado fue más que positivo porque los participantes aprendieron a dirigir actores, a maquillar, a manejar el escenario, a editar, a montar un guion…
“Elena” y “Hotel Limbo”
Elena es un cortometraje que cuenta la historia de una mujer que pierde la confianza en sí misma después de experimentar un cambio en su situación laboral. A través de la amistad, Elena se abre a nuevas posibilidades y comienza un proceso de aprendizaje que la lleva a descubrir habilidades que nunca había valorado. Cuando todo parece ir mal, Elena logra reencontrarse con su fe en sí misma como creadora de su destino. El cortometraje es una historia inspiradora sobre la importancia de ver la vida desde distintos ángulos, pues todos y todas en algún momento somos o fuimos Elena.
Michael, un hombre con una herida de bala entra a un Hotel donde es llevado a una habitación, allí su realidad es puesta a prueba cuando descubre que está muerto y yace en la espera del juicio final. Pronto pasará a ser juzgado por lo hecho en vida y si en verdad merece el descanso eterno o quemarse en el infierno.
Tántalo
Hace poco más de un año la EMCI estuvo en el ojo del huracán mediático motivado a unas acusaciones fuera de orden de Tántalo. Tántalo es un personaje mitológico que luego de haber sido invitado al banquete de los dioses se le iba la vida contándole a sus amigos las cosas que veía y no veía en el convite; y así, a Tántalo la vida se le iba entre los escándalos y las intrigas que armaba para de nuevo tener el favor de los dioses; sin embargo, para la EMCI no hay mala intención que por bien no venga a bendición.