Cuando el odio y la muerte se hicieron presentes en abril

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** Cerca de 20 muertos y 100 heridos fue el saldo dejado por los sucesos del golpe de Estado perpetrado en Venezuela, en contra del gobierno legítimo de Hugo Chávez Frías, en el año 2002, un hecho inédito donde la acción cívico-militar hizo retornar al poder al líder de la revolución bolivariana

MARÍA CABRERA | Trujillo

Una jornada de odio y muerte, impuesta por los Estados Unidos, en complicidad con factores de poder venezolano, es el calificativo con el que muchos compatriotas recuerdan los sucesos de abril de 2002, un episodio que bañó de sangre a la Venezuela de ese entonces.

Unos 20 muertos y cerca de 100 heridos fue el saldo arrojado por la convocatoria efectuada por el imperialismo norteamericano, quien fiel al guión preparado, acusó al Presidente, Hugo Chávez, de provocar una crisis política inexistente, que serviría de excusa para que, en la madrugada del 12 de abril, el presidente fuese depuesto.

Esos sucesos, hechos inédito en la era democrática actual, marcaron para siempre a la oposición venezolana, quien se unió a los miembros de la derecha más recalcitrante, es decir, a los dueños de comunicación, para emprender una feroz campaña psicológica de máxima penetración contra miles de sus seguidores, quienes fueron usados como carne de cañón para derrocar a un gobierno legítimo.

En tanto los simpatizantes del Comandante Chávez se dieron cuenta de que algo raro sucedía y se volcaron a las calles exigiendo el retorno inmediato de la democracia y la tranquilidad. Junto con los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y en unión cívico-militar, iniciaron su rescate.

Mientras esto ocurría, la gente se agolpaba en las calles, había perdido el miedo y reclamaba la presencia del líder de la Revolución Bolivariana que, para ese momento, estaba secuestrado en la isla La Orchila, vigilado por un grupo de militares golpistas.

En Valera, estado Trujillo, ya para el 12 y 13 de abril la gente sin dormir se aglomeraba en los kioscos de revistas y periódicos, para conocer en detalle lo que acontecía en Caracas, ya que la captura y declaración ante los medios de Ronald Blanco La Cruz, Gobernador del Táchira, alertó sobre lo que sucedía.

Esa fue la clave para que la comunidad trujillana buscase la información a través de celulares, boca a boca, en las esquinas de los barrios, encuentros fugaces y saliera a defender la Revolución Bolivariana, así como el restablecimiento del hilo democrático, sin saldos de muerte que lamentar.

No obstante, en la memoria de los venezolanos, quedaron grabados esos sucesos que dieron de baja a gente inocente: periodistas, reporteros gráficos, policías, amas de casa, gente común que fue sorprendida por las balas traicioneras de los francotiradores traídos por la derecha nacional que no quería a Chávez de vuelta en el poder.